Pedalear en el cerro es como la vida, nada más.


27 de julio del 2014

El tiempo de pedaleo en el cerro en silencio es un momento único de conexión con uno mismo.  Hoy mientras sentía que las piernas no me daban subiendo el Panul entendí por qué me gusta tanto.  Creo que es porque tengo la irrenunciable esperanza de que la vida sea algo parecido a eso.  Por qué porfiar en la pendiente cuando las piernas no dan más? Por llegar a algún lado? Nadie dice que la cumbre es mejor que el sendero mismo.  La magia está en vivir el sendero metro a metro por difícil que parezca.  No fijarse en llegar a la cumbre sino al próximo metro, porque cada paso va cambiando algo en ti, te va fortaleciendo el cuerpo, la mente y el espíritu.  

También aprendes la humildad de bajarte de los pedales y caminar al lado de tu bici cuando las piernas no dan... que importa, igual y como sea, vas a subir.  

El sendero además te regala algunos planos y tenues bajadas... disfrutarlas es un deber porque duran poco y pronto vendrá otra pendiente.  Y cuando estés en la nueva pendiente no te quedas llorando por el plano que se fue... vuelves a poner tu corazón en cada metro, contento porque tus piernas algo han descansado.  

Sin embargo el cerro no es eterno, el cerro en algún momento llega a su punto más alto, que es donde los pedaleros de cerros dicen que comienza el premio, la bajada.  Cada metro que subiste se te devuelve como parte de un paseo donde el viento te refresca, donde tus piernas descansan y todo parece mucho más liviano y entretenido.  Creo que la vida también tiene es punto en que comienza la bajada de ese tipo, donde comienza la cosecha, una cosecha que será más grande mientras más grande tu esfuerzo.  La bajada al igual que en la bicicleta  no está exenta de peligros, las peores y más peligrosas caídas están ahí, por eso es bueno haber subido poniendo atención al camino, así será más difícil caerse o perderse. Una gracia de esta etapa, es que salvo que la caida fuera muy fuerte, para seguir tu camino solo debes subirte a la bicicleta y dejarte llevar por la pendiente.

Finalmente la bajada terminará, y solo te quedará lo vivido en el cerro como imágenes y aprendizajes en tu mente y en el espíritu.  Si fuiste valiente y enfrentaste la bajada con coraje y cuidado la recordarás como un logro que te hará sonreír cuando haya llegado la hora de bajarse de tu querida bicicleta y decir adiós al cerro, o al menos , hasta la próxima, que sin duda serás más sabio, serás mejor.  Creo irreductiblemente que es igual que la vida y la muerte son así.

Así, no dependerá de quienes te ayuden o te estorben, de quien aparezca o quién no quiera seguir el mismo camino que tú llevas... al final de los finales, todo dependerá de tu actitud para recorrer los senderos que elijas.

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