La historia, la muerte y la vida

Texto escrito el 17/07/2014... lo guardo por acá porque me parece necesario de recordar.
Dedicado a Pedro, Cons y mi cuenta de Correo.


Escribo esta nota en primera persona, porque no pretende ser un tratado de nada ni menos un ensayo.  Tampoco son versos porque está lejos de pretender ser un poema. Es mi historia tangente a tantas otras que quiero poner en letras para entender mejor el caos de la trama eterna entre la historia, la muerte y la vida.  Así como en la película de Kim Ki-Duk que comienza y termina en la primavera (Al final me referiré a esto nuevamente). La muerte tiene tantas caras, tantos tiempos y tantas víctimas.  Todo es vulnerable a la muerte, lo cual no es nada más que el precio que se debe pagar por la vida.  La muerte es solo una transformación.  En estos días la muerte ha estado cerca.  Hoy vi morir a una persona notable, hace días vi morir el proyecto más importante que he tenido en los últimos años, incluso vi morir por minutos mi identidad cuando alguien usurpó mi cuenta de correo electrónico.  

Cada una de esas muertes, de distinta magnitud por cierto, me han pegado de distintas maneras... porque la muerte pega de distintas maneras, y en distintos lugares.  

Cada una de las muertes que me golpeó en estos días ha sido inesperada, sorpresiva, inexplicable.  Como si fuera parte de un plan que no conozco y que requiere decirme algo.  Evidentemente no creo que esas muertes sean por mi, no obstante el universo, dios (llámelo como Ud. quiera) sabe lo que hace y me ha propuesto un camino que pasaba muy cerca de ella.

Debo admitir que no había logrado llorar ninguna... hasta que las vi juntas.  Y como un niño me senté en la cocina a mojar mis brazos.  Hace tiempo que no lloraba así, tanto tiempo.   Pero no sólo lloré, sino que también respiré, y cuando el aire llenó mis pulmones, no pude sentir más que vida.  

Por este último par de días he limpiado mis cuentas, mis contraseñas, he visto cómo se desvanecían los pasados, como se perdía en la neblina el pasado epistolar de tantas historias,  incluso cree una nueva... y esa es la palabra, N U E V A.  Un comenzar de nuevo, un soltar el pasado.  Para que decir la despedida de la mujer a la que había entregado mi presente y por qué no decirlo, también mi futuro.  Irremediablemente, ya que ella no volverá, debí encontrar un nuevo comienzo.  Tanto así que lo último que pude hace con mis credenciales anteriores fue publicar el último poema a esa historia.

Hoy me tocó presenciar parte de una historia que aparentemente tenía poco que ver conmigo, pero por estar ahí terminó siendo mi propia historia ( y la de varios otros).  Es el comienzo de una nueva forma de ver la vida, el nacimiento de un nuevo punto de vista.  No quiero decir que no hay tristeza, pero es la tristeza necesaria para que venga el llanto que limpia.

Otra cosa  que no se puede olvidar que para llegar hasta acá hubo un camino, y si hablamos de nacimiento, creo que la palabra correcta es gestación.  Han sido años de  aprender,  de desaprender, de cuestionar, de aprender a soltar, y sobre todo, de aprender a aceptar, todo, de la mejor manera que puede mi mente, mi cuerpo y mi espíritu hacerlo. 

Cada día hay muerte, cada día hay nacimiento. De hecho, el día y la noche no son más que eso, un nacer y un morir constante, reiterativo y para muchos eterno.  Es así entonces que no termino de entender nuestra tan mala relación con la muerte.  ¿Por qué lloramos a aquella mujer guapa cuando  su última herencia es la instantánea de su espalda haciéndose pequeña hasta desaparecer de nuestra vista, y mientras la lloramos, de nuestra mente, y cuando la dejamos de llorar, de nuestro corazón? ¿Por qué simplemente no la dejamos ir, para que ella y yo nazcamos una vez más? ¿No sería lindo alegrarse de aquello?. ¿Por qué parece que amamos más a las personas cuando se han ido irremediablemente, y nos cuesta tanto amarles, y demostrarlo cuando aún están con nosotros?.  ¿Por qué añoramos tanto los recuerdos a veces, que no nos dejan tener un presente, un aquí y ahora como la magia de estar vivos, se merece?.  Me dirán que es difícil soltar lo que ha sido bueno, pero ¿no es acaso cierto que muchas veces nos cuesta también soltarlo que ha sido malo?.  Creo que lloramos tanto porque estamos acostumbrados a desechar el aquí y el ahora, creo también, por nuestro tremendo temor a sentir.  Eso nos pone en deuda, una deuda que siempre la queremos pagar cuando es demasiado tarde, cuando ya no podemos vivir el presente que se comienza a convertir en pasado.

Posiblemente Ud. ha llegado hasta "su" propio "aquí" muchas veces sin preguntarse todo eso y por lo tanto ¿para qué complicarse comenzando a pensarlo?.  Creo que la respuesta a eso es darnos cuenta como caminamos en la vida, y recuerdo nuevamente la película de Kim Ki-Duk.  El nombre es "Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera".  Comienza en la primavera y termina en la primavera. Pone el foco en el renacer, en la vida, y no en los otoños ni en los inviernos. Podría hacerlo distinto, pero no, eligió deliberadamente entender este ciclo inevitable como una forma de nacer y no de morir.  Entonces, la forma en que caminamos por ahí es nuestra decisión, si comenzamos en la muerte terminaremos en la muerte, en cambio, si nuestro foco y nuestras ganas están en la vida y en el renacer, comenzaremos y terminaremos ahí.   ¿Qué decide Ud.? ¿Se queda en la comodidad de evadir los mejores detalles del presente y llorar lo que se va como justificando que sufre su propia culpa de no haberlo aprovechado cuando aún era tiempo?  Al final esa es la magia, eso que nos regala la vida y que muchas veces ignoramos… la capacidad de decidir comenzar y terminar en la vida.


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